jueves, 3 de julio de 2008

LOS DIOSES DE LA TIERRA Y EL CIELO

Los dioses del Cielo toman en la tierra otros nombres, sin dejar de ser los mismos: el sol la luna y Venus. Es decir, la familia celeste: el Padre la Madre y el hijo, que como a pensionado Jesús Romero Flores en su libro la mitología tarasca que son los que gobiernan todo el universo.

Se dice siempre que la religión de los indígenas de Mesoamérica es politeísta; pero nada esta más lejos de la realidad, el sol el fuego celeste, es la única deidad, la luna no es sino la Esposa del sol, el aspecto femenino necesario para crear el concepto de una pareja engendradora: “los dioses celestes Engendrados”. Venus el hijo, realmente es el sacerdote del sol, el mensajero: un servidor de la pareja celeste. Estos tres entes divinos tienen muchas advocaciones que sus adoradores convierten en dioses distintos. De esta trinidad tarasca, en la tierra tiene mayor importancia la luna, que recibe el nombre de cuerauperi, peuame y xaratanga. El culto de la Luna ya estaba establecido por los pretarasco de Michoacán. Y era muy importante, por que ella hacia germinar todas las plantas, y nacer a los animales y a los hombres.[1]

XARATANGA: Xarátanga es la luna nueva, hija de cuerauaperi. Si su nombre creaba todas las cosas, ella las acrecentaba y hacia germinar las plantas. Por es era la diosa de los mantenimientos. Su nombre significa “Diosa de la Basura”, de la impureza, de los deleites carnales”. Equivale a la diosa Tlazoltéotl de la mitología náhuatl, diosa de la basura. Ella limpia de impureza del pecado carnal al hombre.

UINTUROPATI: Íntimamente ligada con Xaratanga, como diosa de los manteniemiento, hay otra deidad llamada Uinturópati, cuyo nombre significa “vestido con espigas”, o “lleno de espigas de maíz”. Tal parece que estamos ante la deidad del Maíz, tan importante en las culturas mesoamericanas, pero como no sabemos mas que su nombre y corremos el riesgo de haber traducido bien, quiero explicar el origen problema de este nombre, thurari, maiz espigado; y uinini, estar lleno de algo. Lo que puede traducirse por “el revestido con espigas de maíz”.

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